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Reportaje.

  • Johanna Vásquez
  • 17 may 2016
  • 4 Min. de lectura

Un mundo, distintos destinos.


La historia.


El 19 de noviembre de 2014 se avecinaba una tormenta de noticias para la familia González. Camila, una niña soñadora, que quería ser arquitecta, viajar por el mundo y ser famosa; a punto de graduarse de noveno y anhelando su fiesta de 15 años; mientras que Melissa soñaba con estudiar medicina con tan solo 14 años.

Un día del mes de octubre de 2014, Camila se encontraba en su colegio, planeando la despedida de fin de año junto a sus amigas, “estábamos arreglando todo, y de un momento a otro salió el tema de los novios y de si éramos vírgenes o no, y se burlaron de mi porque no tenía novio, y además era virgen”. Camila desde ese día, se dedicó a buscar novio.


En ese mismo mes, Camila recibió una llamada, era Fernando, un amigo de la familia, quien pretendía a Camila desde hacía meses, pero ella jamás le había correspondido, pues él tenía 24 años y ella ni siquiera había cumplido los 15. A esto el DANE respondió en 2015, que los adolescentes no tienen hijos con otros adolescentes, sólo el 0.8 % de los adolescentes tienen relaciones con otros adolescentes. El restante, 99.2%, tienen hijos con adultos.


Por otro lado, Melissa conoció a Diego en su colegio en 2010, empezaron a salir; y después de llevar tres meses de noviazgo, tuvo relaciones sexuales con él, no se conocían lo necesario, pero sin embargo estuvieron juntos. Ella tenía 14 años y él 16, ellos tenían conocimiento de los métodos anticonceptivos, pero “no nos importó en el momento” de acuerdo a esto, unas estadísticas de Bienestar Familiar en 2015, establecieron que en cuanto al uso de métodos anticonceptivos, los y las adolescentes estiman que quienes no utilizan un método anticonceptivo lo hacen porque no les gusta 50,2%, no conocen los diferentes métodos 38,2% o no tienen dinero para comprarlos 10,2%.


En este caso Melissa fue del 50,2% que no quiso usar ningún método, pero fue consiente de las consecuencias, mientras que Camila fue del 38,2% que no tenía el conocimiento necesario para planificar.

Por su lado, Camila estaba siendo presionada por sus amigas, mientras que Melissa tuvo la libertad de decidir frente a su relación, “yo me entregue por amor” algo que Camila no pudo decir, pues ella se entregó a Fernando por evitar las burlas de sus amigas.


La prueba.


Las amigas de Camila, le decían que si planificaba se iba a engordar y no sentiría el mismo placer, ella al estar con Fernando usó condón, pero este estaba vencido (algo que le puede pasar a cualquiera durante la relación).

Por otra parte, Melissa supo que estaba embarazada cuando tenía cinco meses, por una prueba que su mamá le había mandado a hacer, al enterarse que ella había tenido relaciones con su novio. A diferencia de Camila que se enteró de su embarazo por una prueba que compró con lo que su padre le daba para sus onces.

Los padres querían que ellas abortaran. En ese momento las dos jóvenes estaban en la misma situación. En 2013 Bienestar Familiar realizó un estudio el cuál indicó que el 16 % de las madres adolescentes no quería tener un hijo y el 50 % quería tener un menor más adelante.

Violencia.


Melissa sufrió violencia física y verbal por parte de Diego, algo que la obligó a separarse de él y emprender un nuevo camino junto a su hijo, “esa fue la manera de ver la vida diferente, no estando amarrada a un hombre. Eso es lo peor que una mujer puede hacer” mientras que Camila actualmente sufre violencia psicológica, pues Fernando no quiere que ella trabaje cuando cumpla los 18 años, la quiere en el hogar y nada más, “él me recuerda cada vez que puede que soy una mantenida, me hace sentir de lo peor, además desde que quede en embarazo, no volví a arreglarme igual, no volví a salir; nada fue igual desde entonces”.

Mensaje final.


Según las cifras del Dane durante el 2016, entre el 20 % y el 45 % de adolescentes dejan de asistir a la escuela como consecuencia de la paternidad o maternidad, perpetuando los círculos de pobreza, limitando oportunidades de desarrollo personal, económico y social, generando hogares inestables y parejas sin suficiente autonomía e independencia económica para asumir esta responsabilidad.

Así mismo, las relaciones sexuales con menores de 14 años son un delito en Colombia. Es necesario reportar a las autoridades cuando conozcamos que una menor de 18 años está embarazada, para poder brindarle a través del SNBF la atención que requieren ella y su bebé que está por nacer y prevenir con ella embarazos posteriores o subsiguientes.

Tanto Camila como Melissa dicen “piensen antes de actuar, un hijo no es un impedimento, pero es más difícil seguir con sus cosas, la vida le cambia totalmente”.


En los casos anteriores se puede evidenciar que el apoyo de los padres es fundamental en una situación como esta, pues finalmente Melissa siguió estudiando, se graduó de bachillerato y actualmente está estudiando comunicación social y periodismo en la Fundación Universitaria Los Libertadores, y con 23 años se ha superado como mujer y como madre. Por su parte Camila, con tan solo 17 años, es ama de casa, cuida de su hijo y de su marido, como toda una mujer; esta frustrada, pues no contó con la misma suerte de Melissa, a ella le tocó asumir su situación sola, sus padres no le pudieron seguir pagando su educación; sus amigas que tan mal la habían aconsejado, se gradúan este año de once. Ella tuvo que irse a casa de Fernando y vivir con él desde entonces. Son dos historias, dos caminos y un solo mundo.


 
 
 

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