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El "Palo del ahorcado".

  • Johanna Vásquez
  • 29 abr 2018
  • 7 Min. de lectura

El palo del Ahorcado.

Durante años, la humanidad ha atribuido importancia y apego a diversos objetos, generando vínculos afectivos que se transmiten de generación en generación, un ejemplo de ello es el “Palo del ahorcado” ubicado en la localidad de Ciudad Bolívar, el cual se ha convertido en un legado y símbolo cultural, pues a pesar de haberse encontrado con obstáculos como la urbanización, la invasión y la extracción minera, los pobladores de la localidad lo han mantenido a salvo; pero, ¿por qué es tan importante para los habitantes de Ciudad Bolívar este árbol? ¿Quienes son las entidades encargadas de emitir los permisos pertinentes para la intervención del “Palo del ahorcado”? y ¿Qué dice la Secretaria de Ambiente frente a la conservación ambiental y cultural del árbol?


De la misma manera, cabe resaltar que este eucalipto de más de un siglo de existencia en la localidad de Ciudad Bolívar, recibe el nombre de “Palo del ahorcado” por las historias de suicidio que allí se presentaron en tiempos remotos generando importancia histórica para los habitantes.



No obstante, hablar de ahorcados no es un tema de actualidad, pues desde la antigüedad se plasmó la legalidad de la ejecución por ahorcamiento, es decir, que las personas eran castigadas a muerte por cometer algún delito que perjudicara a la sociedad. Este hecho se evidenció en el Imperio Persa alrededor del 2500 antes de Cristo, esto no implica que este método no se haya usado antes, como lo señaló Amnistía Internacional, el ahorcamiento: “ ...presente ya en la antigüedad y citado en la Biblia, presumiblemente fue de utilización posterior al estrangulamiento mediante las manos, a partir del momento en que los homínidos empezaron a manipular utensilios como los pedernales y las lianas, ampliando así su capacidad agresiva”.


De igual forma, en la Edad Antigua, además de los persas y otras civilizaciones como los romanos, el propio pueblo judío empleó el ahorcamiento en tiempos de Moisés. Durante la Edad Media los señores feudales tenían derecho legal a “fosa y horca”, garantizandose así que, de ser condenados a morir, podían hacerlo en la horca y además tenían la certeza de que sus cuerpos no serían dejados en fosas comunes o en cualquier lugar.


Por su parte, el profesor René Johnston Aguilar manifestó que “durante el Absolutismo, la horca fue el instrumento sobresaliente de disciplina social y representó la manifestación más elaborada y efectiva de su poder ante la sociedad. El Estado se mostraba en la ejecución de la pena de muerte como el poder supremo y absoluto, y la solemnidad de la pena capital era un elemento reforzador de la imagen del triunfo de la justicia sobre el mal. Para cumplir con su fin de escarmiento, la pena de muerte se cumplía con gran espectacularidad y teatralidad. La única exención a la pena capital era la demencia”.


En este contexto, el ahorcamiento fue uno de los principales métodos de ejecución; el uso de ese mecanismo empezó a retroceder después de la Segunda Guerra Mundial, entró en auge la defensa de los derechos humanos y, con ello, se consiguió que la pena de muerte se anulara en diferentes naciones, quedando presente en una minoría de países.


Con respecto a lo anterior, en Colombia actualmente no se lleva a cabo la pena de muerte por cometer algún delito, pero las personas se provocan la muerte por diversos acontecimientos en sus vidas; según un reporte de Medicina Legal, hasta el 2007 hubo 668 casos de suicidio por ahorcamiento, de los cuales, 576 eran hombres y 92 eran mujeres, como se evidencia en el siguiente gráfico.

Tomado de Medicina Legal


De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que para el año 2020 aproximadamente 1,53 millones de personas se suicidarán, y de 10 a 20 veces más lo intentarán a nivel mundial, lo que equivale a un promedio de una muerte cada 20 segundos y de un intento cada 1,2 segundos.


De la misma manera, la historia que prevalece de ahorcamiento en Bogotá, está situada en la localidad de Ciudad Bolívar, específicamente en el Palo del ahorcado donde Beatriz Sánchez, habitante del sector de Potosí, asegura que:


“Hubo un hombre llamado Pablo Mayorga, quien después de estar casado con María y de tener un hogar bendecido por la iglesia católica, fue infiel con Ernestina, la madrina de uno de sus descendientes. La engañada abandonó el hogar con sus hijos. Pablo y Ernestina, en medio de su amor mal visto por los habitantes tuvieron otros cinco hijos. Años después, Mayorga fue hallado muerto en una zanja del sector. Su cuerpo estaba cubierto por llagas extrañas. El pueblo le adjudicó el crimen a Satanás por el pecaminoso adulterio”. Ernestina, cuenta Beatriz, agobiada por lo ocurrido y temerosa del Demonio, fue hasta el solitario árbol, colgó un lazo que ató a su cuello y se ahorcó. Desde ese día los campesinos llamaron al eucalipto y a la zona que lo circunda ‘el Palo del ahorcado’.


Por lo tanto, este eucalipto de más de 100 años, es en Ciudad Bolívar símbolo de fe para las personas que allí habitan, pues durante Semana Santa, la gente lleva cruces y oraciones para su bienestar y para rendir honor a las personas que han muerto en este árbol; es toda una tradición que se ha enmarcado de generación en generación.


Pero a pesar de ser este espacio verde un lugar de historia y tradición, existe junto al árbol una minería llamada El Polígono de la Esmeralda, que durante mucho tiempo causó daños al Palo del ahorcado, se vieron afectadas varias de sus raíces a causa de la explotación minera, generando indignación en los habitantes de Ciudad Bolívar.


Después de diversas manifestaciones en contra de la minería que estaba acabando con el árbol, los habitantes de la localidad junto con el grupo “No le saque la piedra a la montaña” lograron cerrar El Polígono de la Esmeralda, hoy se encuentra deshabilitado, sin embargo, esta minería continuó con normalidad sus actividades de manera ilegal meses posteriores a su clausura “se empezaron a escuchar explosiones alrededor del barrio, aún a pesar de que el lugar estaba sellado por una medida cautelar proferida por el Tribunal Administrativo de Bogotá, dentro de la acción popular del 2016” asegura la mesa ambiental. Y nada pasó hasta la muerte de la señora Yineth Herrera a causa de la pérdida de frenos de una de las volquetas que allí operaba.


Así mismo, la Autoridad Nacional De Licencias Ambientales (ANLA) o este caso la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), entidades encargadas de emitir las licencias ambientales pertinentes para el buen funcionamiento de esta y otras minerias ubicadas en la localidad, son consideradas por Jonny Alejandro Díaz Parrado integrante del grupo “No le saque la piedra a la montaña” como instituciones carentes de autoridad y control para evitar daños al ecosistema. De igual forma, Díaz dice que cuando era pequeño la explotación se hacía con dinamita y esto generaba nubes de polvo que invadían el sector, además afirma “no queremos más minería en la localidad de Ciudad Bolívar”


Por su parte, Hernando Garavito especialista en funciones de recursos del suelo de la CAR, manifiesta que la actividad minera en Ciudad Bolívar es legal por medio de la Resolución 2001 de 2016, la cual establece el funcionamiento de los polígonos mineros Cerro Colorado, y en el sector de Mochuelos con anafalco. Así mismo dice que para obtener la licencia ambiental se debe contar con un título minero emitido por la Agencia Nacional de Minería, se debe hacer un estudio para verificar el uso del suelo, el impacto ambiental y plan de manejo ambiental.

Del mismo modo, Garavito menciona que cuando se requiere un “aprovechamiento del espacio” la CAR es quien genera el permiso para la tala de árboles con la condición de que la empresa se comprometa a sembrar más árboles de los que se están talando.


Actualmente, el espacio verde donde está ubicado el Palo del ahorcado es privado, debido a esto, los habitantes del sector temen por dos cosas: la primera, porque haya nuevamente apertura del lugar por medio de licencias ambientales o permisos para la continuidad de su actividad, esto debido a que según Garavito “...dependiendo los hechos que llevaron al cierre de la minería, la CAR puede generar nuevamente la licencia si así lo requiere el propietario del establecimiento...” y la segunda, porque según Neyder Soto, estudiante de la Universidad Nacional e integrante del grupo “No le saque la piedra a la montaña” los actuales dueños proyectan construir viviendas en toda la zona verde, es decir, que “probablemente desaparezca el árbol, y la tradición de nuestros habitantes quede en el olvido”.


Pero según la Secretaría de Ambiente, dentro de las afectaciones del ecosistema localizado en el área, si se llegare a realizar y aprobar el Plan Parcial, se encuentran la destrucción y el deterioro del paisaje natural y de su entorno, ya que las obras mismas para la adecuación, preparación y construcción de la urbanización requieren de trabajos que afectan directamente el valor del paisaje en conjunto con otros elementos como agua, aire, vegetación, suelo y avifauna asociada. Dichos trabajos ocasionan impactos negativos irreversibles sobre el ecosistema original, como son la pérdida de la oferta de hábitat y alimento para la fauna y la dificultad en la instalación de especies endémicas.


De igual forma, la Secretaría de Ambiente, mediante la resolución 1197 de 2013 manifestó “ el área de interés, presenta altos valores culturales y espirituales, que se convierten en referentes socioculturales de la población; ellos son el Cerro de las tres cruces, lugar reconocido por toda la localidad, por constituirse en un sitio para la práctica religiosa y de peregrinación, principalmente durante la temporada de Semana Santa”.


Adicionalmente, existen en el área de influencia directa, elementos como el Palo del Ahorcado, las Cercas de Piedra y el Puente del Indio, que representan símbolos culturales e históricos de la zona, cuya importancia radica en que albergan creencias y costumbres de las comunidades pasadas y las que actualmente habitan en el área.


Así mismo, a los elementos culturales se suma la existencia de vestigios de pintura rupestre en algunas rocas adyacentes a la zona, que generan un alto valor arqueológico para la región y que se constituye en una verdadera y legítima muestra del Patrimonio Cultural y Arqueológico de la Nación. Dichos elementos están debidamente amparados por la legislación colombiana que propende su preservación, mediante su declaración como Bien de Interés Cultural (Ley 1185 de 2008)”.


Para Andrey Tellez, licenciado y magíster en educación de la Universidad Pedagógica Nacional, y además, vocero del grupo “No le saque la piedra a la montaña” la propuesta que tiene para la reserva del árbol es “hacer un buen uso del suelo por medio de la construcción de un parque ecológico, que esta zona verde se convierta en patrimonio cultural, y que todo habitante del sector tenga la posibilidad de acceder a este espacio sin restricción alguna”.


A pesar de las múltiples amenazas de talar el árbol, los habitantes de Ciudad Bolívar junto con el grupo “No le saque la piedra a la montaña” se mantienen firmes en conservar con vida su símbolo de fe y armonía; el eucalipto, tal vez el árbol más antiguo de la localidad, es legado que dejan los padres a sus hijos para que ellos lo amen y lo cuiden mejor de lo que ellos lo hicieron, con el fin de preservar la tradición y aumentar la protección ambiental.




 
 
 

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